El ombligo durante el embarazo y el género
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A diferencia de la mayoría de las hernias, que se desarrollan en la adolescencia o la edad adulta, el 20 por ciento de los bebés nacen con hernia umbilical. Una hernia umbilical se produce en el ombligo cuando un asa intestinal empuja a través del anillo umbilical, una pequeña abertura en los músculos abdominales del feto a través de la cual pasa el cordón umbilical, que conecta al feto con su madre mientras está en el útero. Las hernias umbilicales son más frecuentes en los recién nacidos y el 90% se cierran de forma natural cuando el niño cumple 5 años.
Tras el nacimiento, el cordón umbilical deja de ser necesario y la abertura de los músculos abdominales se cierra a medida que el bebé madura. A veces, estos músculos no se juntan completamente, dejando un pequeño agujero o hueco. Un asa de intestino puede desplazarse e incluso penetrar en la abertura entre los músculos abdominales y provocar una hernia.
Las hernias suelen diagnosticarse durante un examen físico realizado por un profesional sanitario. El médico buscará y palpará un bulto o hinchazón en la zona del ombligo. La hinchazón puede ser más evidente cuando el bebé llora y puede reducirse o desaparecer cuando el bebé se relaja o descansa boca arriba. Durante la exploración, el pediatra determinará si la hernia es reducible, es decir, si puede empujarse hacia la cavidad abdominal.
Qué pasa si no te sale el ombligo durante el embarazo
En una hernia umbilical, el tejido sobresale a través de un punto débil junto al ombligo y abulta hacia fuera, adoptando una forma esférica. Las hernias umbilicales no son raras en niños y bebés. Pero los adultos también pueden tener hernias umbilicales, aunque con mucha menos frecuencia. Una hernia umbilical puede estar presente al nacer o adquirirse más tarde. Mientras que en un bebé la hernia umbilical normalmente se corrige sola, en los adultos es necesaria la cirugía.
El aumento previsto del número de casos se basa en los datos de crecimiento demográfico de las Oficinas de Estadística Federal y Estatal. El cálculo se realiza para cada grupo de edad, de modo que se tienen en cuenta los efectos demográficos. Las cifras de casos se basan en una red de diferentes fuentes a disposición del público. Mediante procedimientos de análisis de datos, estas cifras se procesan y se ponen a disposición de nuestros usuarios.
La pared abdominal está formada por tejido conjuntivo, músculos abdominales y piel abdominal. No tiene la misma consistencia en todas partes y presenta puntos débiles. Uno de estos puntos débiles es el ombligo. La pared abdominal está siempre sometida a una enorme presión, ya que contiene nuestros órganos abdominales internos. Cuando tosemos, estornudamos o levantamos algo, la presión aumenta considerablemente. El embarazo también es una carga para la pared abdominal. Se forma una hernia umbilical si el tejido conjuntivo que rodea el ombligo no puede soportar la presión.
Sensación de pellizco cerca del ombligo al principio del embarazo
Una pregunta frecuente entre las futuras madres es si el ombligo “saldrá” o sobresaldrá durante el embarazo. Y si es así, cuándo ocurrirá. Con menos frecuencia, nos preguntan si una madre debe preocuparse si no se le sale el ombligo. La respuesta es la siguiente.
El útero, que se expande rápidamente, empieza a empujar hacia delante por término medio en torno a la semana 26. Sin embargo, en algunas mujeres, sobre todo las delgadas y con “ombligo”, esto puede ocurrir ya en el segundo trimestre. Es entonces cuando las embarazadas descubren que su ombligo sobresale.
No. El ombligo salido es inofensivo e inevitable, tanto si lo tenías invertido como salido. Volverá a su posición normal unos meses después del parto, aunque puede parecer un poco estirado o “habitado”. Recuerda que es una insignia de honor más que llevar con orgullo.
Algunas mujeres tienen un pequeño agujero o defecto en la pared abdominal mucho antes del embarazo. El embarazo o el aumento excesivo de peso pueden ejercer presión sobre la zona defectuosa o débil de la pared abdominal, haciendo que la hernia se haga más perceptible. Una vez que el orificio es lo suficientemente grande como para que pueda pasar tejido, la hernia puede resultar dolorosa y se pueden observar abultamientos alrededor de la zona umbilical. En la mayoría de los casos, es mejor esperar a no estar embarazada antes de intentar reparar una hernia umbilical. Sin embargo, si una hernia umbilical queda encarcelada, es decir, si el tejido queda atrapado en la zona defectuosa y no puede volver a introducirse, deberá repararse quirúrgicamente de inmediato.
Cambios en el ombligo durante el embarazo
Si durante el embarazo se te sale el ombligo y aumenta de tamaño a medida que se expande el abdomen, es probable que tengas una hernia umbilical. No son infrecuentes durante el embarazo, pero rara vez requieren tratamiento, a menos que se presenten complicaciones.
Según los Institutos Nacionales de la Salud, una hernia umbilical es una protrusión o herniación del revestimiento (peritoneo) de la cavidad abdominal hacia el ombligo. Los intestinos se hernian entonces dentro del saco y pueden ser empujados hacia el vientre si la abertura es amplia.
Durante el embarazo puede formarse una hernia umbilical cuando los músculos y tejidos abdominales se estiran para acomodar el útero en crecimiento. Con cada embarazo posterior aumenta la probabilidad de que se produzca una hernia umbilical, ya que los músculos pueden estar más débiles.
Si tiene una hernia umbilical, puede ver y notar un bulto blando en el ombligo. El bulto sobresaldrá más al toser o estornudar, o al hacer un esfuerzo al defecar. Los intestinos pueden quedar comprimidos en el saco de la hernia y causarle presión o dolor.